Psychologist Papers is a scientific-professional journal, whose purpose is to publish reviews, meta-analyzes, solutions, discoveries, guides, experiences and useful methods to address problems and issues arising in professional practice in any area of the Psychology. It is also provided as a forum for contrasting opinions and encouraging debate on controversial approaches or issues.
Papeles del Psicólogo, 1982. Vol. (6).
ANTONIO PEREZ
Hace tiempo opté por no contestar ni puntualizar afirmaciones que pudieran aparecer en libros o artículos y con las cuales no estuviera de acuerdo. Rompo excepcionalmente con tal opción al escribir este artículo, aunque en realidad se trata más de una reflexión a partir de la invitación formulada por Alejandro Avila en Acercando la psicología a la comunidad (Papeles del Colegio 4/5) que de una contestación.
CUANDO lo leí por primera vez me vi bombardeado por tantos y tan diversos contenidos que me vi obligado a un análisis ulterior, separando párrafo a párrafo los temas planteados. Intentaré que la reflexión discurra por el mismo sendero, el que traza la exposición de Alejandro Avila.
Hay una primera parte, hasta "¡Faltaría más!" que está redactada a modo de observación hecha desde fuera del mundo de la psicología. Es una crítica de tono ácido escrita desde cierta superioridad distante. Afirma: los profesionales de la psicología aplicada tratan de acercarse a la demanda de servicios aunque no les importe demasiado ni el cómo ni el para qué. Se deduce que los psicólogos somos una especie extraña dentro del universo de los humanos, que actúa instintivamente, prescindiendo de estrategias para conseguir objetivos; sospecho que mi lectura ha sido excesivamente lineal y que detrás de aquella afirmación se esconde una crítica, que más adelante aparecerá explícita, referida a algunos psicólogos que no han debido reflexionar tan profundamente como él sobre el cómo y el para qué acercarse a la demanda de servicios; luego los irá configurando como un grupo de psicólogos que han optado erróneamente.
Nos advierte a continuación de lo que a algunos psicólogos puede tentar: disfrazarse de especialistas rigurosos y científicos (creo que se refiere a los irreflexivos del grupo anterior) para transformar una sociedad que desconocen como tal. Esta advertencia es interesante: si alguien ha creído en la psicología como ciencia que despierte; ni hay una psicología científica, ni psicólogo alguno (de los tentados) conoce la sociedad en que vive. (¿Por qué no es posible conocerla? ¿por qué no existe la sociedad como realidad objetiva? ¿por qué existiendo como tal no es posible su conocimiento? Quizás nos lo desvele más adelante).
Se afirma a continuación un hecho relevante: la identidad del psicólogo se configura todavía en precario, por lo que se refugia en Modelos y Métodos. El todavía nos anticipa al menos un futuro esperanzador en el que el psicólogo tendrá una identidad estable, aunque no soy capaz de entender en el artículo de Avila si los Modelos y Métodos son algo que se critica porque son refugio ante la precariedad o porque podremos prescindir de ellos cuando tengamos esta identidad estable. Lo que no veo es cómo es posible una actividad profesional que no sea la meramente especulativa, desgraciadamente reservada a minorías en todas las sociedades históricamente conocidas (en este país algunos profesores universitarios y algunos intelectuales), sin conocimientos obtenidos con Modelos o/y Métodos. Es posible que Alejandro Avila nos quiera conducir a un total relativismo idealista que empiece por negar la realidad objetiva o la posibilidad de conocerla, en el supuesto de aceptar su existencia, o que nos depare la sorpresa de cómo conocer sin modelo ni método alguno.
El ¡por fin! de su texto (ha llegado su momento) no creo que se refiera al grito de alegría que cualquier parado proferiría al encontrar empleo o cualquier profesional consciente que intuyera la posibilidad de empleo para los psicólogos.
Una segunda lectura, que el texto tiene en esta primera parte, nos pone de manifiesto que el universal de la afirmación se debe referir a un grupo, al mismo que identificábamos antes y que cada vez tiene más notas características: el conjunto de aquellos irreflexivos que se pueden identificar en el párrafo siguiente como el de los psicólogos que se creen en posesión de la verdad, que creen conocer un modelo eficaz, etc., más adelante afirma que esos psicólogos tratan de adherirse a la estructura, encontrar su hueco y sentarse en él antes que los demás: son los que reclaman para sí la Psicología Comunitaria. Demasiadas notas para caracterizar a un grupo que probablemente sólo existe como idea.
Dos modelos contrapuestos
HASTA aquí el juego. A partir de aquí la crítica y defensa de dos modelos contrapuestos. Ahora empiezan las formulaciones importantes. Varias cuestiones: ¿hasta qué punto la psicología posee un campo científico propio? ¿en qué modo? ¿bajo qué condiciones este campo puede optar a un grado de cientificidad?
La formulación de las preguntas nos hacía esperar respuestas clarificadoras respecto a un tema central: el conocimiento científico en el campo de la Psicología. Pero no era ésa la intención del autor- sólo pretendía descalificar la investigación de laboratorio cuando se pretende generalizar, concluir que el concepto de normalidad únicamente tiene sentido considerando como campo de laboratorio lo humano y poner por testigo a Popper.
No nos dice que dentro de la Filosofía de la Ciencia, Popper es asimilado a los analistas que plantean el problema de la ciencia en términos de estricta lógica interna, posición que sitúa a la epistemología como a un fenómeno separado de lo que es la investigación científica; en realidad, pienso, los problemas de la ciencia están no sólo en la construcción coherente de teorías, sino también, y al mismo tiempo, en sus conexiones con la realidad. ¿Por qué no plantearse la respuesta desde las conexiones ideología/ciencia/programas de investigación/poder?
Quizás podamos reflexionar en esta dirección y aprovechar las preguntas formuladas para dar alguna respuesta (no definitiva; en la verdad absoluta ya hay pocos que crean).
Por existir un confusionismo importante en torno a conceptos como ideología y ciencia, y muchas teorías al respecto, y no ser este artículo motivo de una reflexión filosófica que aporte teoría nueva alguna, parece que lo más honrado es posicionarse aclarando qué entendemos por una y otra cosa.
Previo a la definición de ideología tendría que precisar que no es un concepto traído por los pelos, gratuitamente, sino que se cita más adelante, desde mi posición resulta difícil plantearse el tema de la ciencia sin tomar en consideración a la ideología.
El término ideología, en una de las interpretaciones marxistas conocidas, se refiere por una parte al conjunto de representaciones mentales que los humanos tenemos de la realidad y que se manifiesta en dos formas de pensamiento: una práctica y otra totalizadora; por otra parte ideología se utiliza como adjetivo para calificar un pensamiento dogmático (considerando válido en todo lugar y tiempo) o/e idealista (considerando independiente tanto en su validez como en su génesis de la realidad material). Desde estos supuestos no cabe pensar a priori que una ideología, entendida en sentido sustantivo, como forma de pensamiento práctico y totalizador, esté deformada como tampoco parece posible el abordaje de cualquier tipo de problema sin unos supuestos ideológicos (sustantivos) ya que esas formas de pensamiento son las que nos permiten acercarnos a la realidad. Parece que todos estamos sujetos a las dictaduras ideológicas, colonizados por formas de pensamiento práctico y totalizador; parece que nacemos y crecemos en un medio en el que actúan esas formas de pensamiento. Decir que el campo de la Psicología Comunitaria estarza objetivado por la creación de múltiples espacios diversificados en los que se puedan elaborar todas las diferencias y mantener la riqueza de lo normal fuera de la colonización del pensamiento y la dictadura de los ideológicos es, desde esta perspectiva, un posicionamiento ideológico que debe pretender colonizar nuestro pensamiento y someternos a su dictadura.
La propia definición de ciencia se formula desde posiciones ideológicas. No es lo mismo seguir a Popper que a Althusser o a Gustavo Bueno. Cada planteamiento ideológico escoge unas variables, establece unas condiciones. En mi opinión, una buena consideración de la ciencia debería dar cuenta tanto de la definición como de las conexiones epistemológicas como de las posibilidades de desarrollo. Como la ciencia no es algo que haya que inventarse todos los días sino que se ha ido configurando históricamente, se suelen remitir las teorías a los conocimientos que en cada momento histórico han tenido la consideración de científicos, en el intento de abstraer sus características, sus formas de obtención, relaciones, etc. A partir de estas consideraciones se puede decir que la ciencia es un sistema coherente de términos (categorías que definen el campo) operadores (operaciones que permiten la ordenación y clasificación de los términos) y relatores (instrumentos de demostración) tal que, aplicada una operación a términos del sistema, da siempre como resultado un término que pertenece al sistema. La relación del sistema con la realidad se establece con la exigencia de que los términos se refieran a hechos de la experiencia humana, identificables en la realidad y que las operaciones sean de posible materialización práctica. Del desarrollo de la ciencia dan cuenta la evolución conjunta de teorías, normas y nuevas ciencias. En lo que se refiere al campo que define a una ciencia son sus términos y operaciones quienes lo hacen.
El hecho de separar con un criterio externo distintos conjuntos de términos que pertenecen a una misma topología es un hecho gratuito que puede dar origen a calificativos para cada una de las partes del mismo campo.
Nadie pone en duda la posibilidad de actuación sobre una misma realidad de sistemas distintos, que en algunos casos pueden dar lugar a intersecciones y no a superposiciones, ya que entonces estaríamos utilizando los mismos sistemas. Por ello no es nada desdeñable la clarificación y que cada cual aguante su vela. Se trata de separar los sistemas que utilizan como referente la realidad de los que utilizan como referente la metafísica, vaya por caso. El solapamiento entre el interés por los métodos científicos y la necesidad-ambición de poder no deja de ser una interpretación gratuita que pertenece a la esfera de los fantasmas. Se pueden ver cuantos se quieran pero no se pueden confundir con defensas de una postulación científica que intenta clarificar la situación de la psicología aplicada. Otra cuestión es el fondo ideológico que subyace a las intervenciones de la psicología.
Ciencia e intervención
TODA la ciencia parece buscar en última instancia la intervención sobre la realidad, produciendo cambios. El hecho de la intervención dinamiza la propia ciencia: confirma y niega teorías, proporciona hipótesis, etc. Parece incuestionable que los condicionamientos socioeconómicos proporcionan la base de las investigaciones que en definitiva financia un poder, que a su vez instrumentaliza en sus aplicaciones. Para escapar de ese condicionamiento que amenaza la libertad humana parece necesario asumir que la libertad es una categoría relativa que hace referencia a la posibilidad que en cada momento histórico cada hombre o grupo de hombres tienen de actuar con el menor número de limitaciones bio-psico-sociales; esa posición conduce a pensar que el hombre debería de tener un mayor conocimiento crítico de la realidad material, deberían conocer, por tanto, sus condicionamientos y poder establecer estrategias individuales y colectivas de la eliminación de los mismos en la medida de lo posible. No se pretenden hombres buenos ni malos, categorías que nos remiten a éticas discutibles, sino hombres capaces de conocer sus limitaciones y actuar críticamente sobre ellas.
Desde esta perspectiva la psicología científica aspira a contribuir a la formación de una sociedad de hombres críticos y conocedores de la realidad, por supuesto tratando de entender la relación dialéctica del individuo y la sociedad. No cree en un determinismo absoluto de lo social; cree en las posibilidades de desarrollo cognitivo del sujeto en interacción permanente con el medio en que vive; trata de ayudar, sin negar dogmáticamente las evidencias en aras de unos supuestos de libertad absoluta que no existen más que en la mente de algunos soñadores.
Nadie niega las aportaciones y méritos del psicoanálisis en un determinado momento histórico; pero sí se cuestiona como disciplina científica. El mismo Popper sitúa el psicoanálisis al margen de la ciencia.
Es posible que algún psicólogo del comportamiento sueñe con Walden Dos, pero los hechos van demostrando que citar ese modelo utópico no deja de ser una referencia anecdótica de lo que no desea la psicología científica.
La última parte de la reflexión es muy ilustrativa de la posición de Alejandro Avila: enlaza con el grupo de psicólogos que en la primera parte de su artículo dibujaba angélicamente como los que buscan, que a veces no saben lo que buscan o si buscan en una dirección correcta o equivocada, que interrogan enojosamente, que viven antes una realidad y actúan en ella después. Esa posición más que honestidad científica explicita una incertidumbre permanente que hace inviable cualquier acción, la duda metódica del relativista que no acaba de tomar tierra nunca, del que nada hace porque no hay solución para nada, y que critica a aquellos que entienden que el camino se hace andando, que es probable el error y que los programas se pueden modificar en función de los resultados, que el feedback teoría-actuación-comprobación vaya ofreciendo que se corren riesgos de irreversibilidad pero que es preferible entrar en la dinámica de la historia que suicidarse en la inanición.
Como colofón resalta dos cuestiones: una concepción sociologista del individuo en que todo está explicado y determinado desde el grupo, sin tener en consideración una interpretación dialéctica individuo-grupo, y la referencia a la aportación de Pichon-Riviere en la definición de grupos operativos, fórmula que todavía requiere de un desarrollo metodológico al nivel como mínimo de la teoría del Lenguaje Total de Francisco Gutiérrez y que no haga del invento un mito reservado a iniciados y tapadera de la inoperancia.