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Psychologist Papers is a scientific-professional journal, whose purpose is to publish reviews, meta-analyzes, solutions, discoveries, guides, experiences and useful methods to address problems and issues arising in professional practice in any area of the Psychology. It is also provided as a forum for contrasting opinions and encouraging debate on controversial approaches or issues.

PSYCHOLOGIST PAPERS
  • Director: Serafín Lemos Giráldez
  • Dissemination: January 2024
  • Frequency: January - May - September
  • ISSN: 0214 - 7823
  • ISSN Electronic: 1886-1415
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Papeles del Psicólogo, 1994. Vol. (60).




LA PELIGROSA CURVA DE LA CAMPANA

José Manuel Toledo

Si estableciésemos una clasificación de las diferentes ciencias y actividades de investigación y desarrollo tecnológico tomando como norma el interés que suscitan sus indagaciones y resultados en la prensa no especializada, probablemente tuviéramos que colocar a la Genética y sus aplicaciones en Biotecnología e Ingeniería Genética, a la Medicina y a la Informática en los primeros puestos del orden mencionado.

No resulta difícil explicar la expectación que despiertan estas disciplinas: sus producciones son, normalmente, de carácter extraordinario; rápidamente se integran e influyen en nuestras vidas y, en muchos casos, van acompañadas de una cierta controversia ética que brinda la oportunidad de opinar a personas capaces de interpretar los hechos presentados desde perspectivas situadas más allá de la estricta consideración científica o técnica .

Cuando por un breve espacio de tiempo los resultados de la investigación psicológica se convierten en noticia - a pesar de su pobre espectacularidad; escasa, al menos en apariencia, influencia práctica y lo limitado de las controversias morales que desatan -, la tentación de comentar el improbable suceso se hace, casi, irresistible.

La publicación en Estados Unidos del libro de Ch. Murray y R. J. Herrenstein LA CURVA DE LA CAMPANA: INTELIGENCIA Y ESTRUCTURA DE CLASES EN LA VIDA NORTEAMERICANA, ha originado al fenómeno que anteriormente calificábamos de inusual: un texto de psicología de carácter, fundamentalmente, académico se convierte en noticia y provoca la aparición de artículos en los que se analizan y critican sus conclusiones por autores que, no siendo propiamente especialistas en asuntos relacionados con este tipo de investigaciones, gozan de prestigio reconocido en otras áreas del conocimiento y de la opinión.

Esta reacción queda perfectamente justificada si atendemos a las características que confieren la cualidad de "noticiable" a las conclusiones de la Genética, la Medicina y la Informática.

El texto mencionado concluye, con cierta espectacularidad, que los grupos étnicos que conforman la sociedad norteamericana son diferentes en cuanto a sus capacidades intelectuales; propone una inmediata aplicación práctica de sus conclusiones al sugerir la supresión de ciertos programas de asistencia social por su incapacidad de modificar las situaciones de marginación causadas por la disparidad de habilidades mentales y, por último, da pié a la discusión ética no sólo de sus propuestas, sino del conjunto de la obra y algunos de los supuestos teóricos en los que se apoya.

Como muestra del interés despertado por la publicación del libro, es posible referirse a tres artículos aparecidos en EL CORREO - periódico de mayor circulación en Euskadi y uno de los más amplia difusión nacional- firmados por Fernando Savater, Recados y Polinomios; Jorge Edwards, La curva de la Campana y Edurne Uriarte, La inteligencia de los negros y la ciencia. Los tres son, de alguna manera, críticos con las conclusiones de Murray y Herrenstein, pero no ofrecen una misma línea de argumentación y, además, el de E. Uriarte no incide tanto en el libro en sí, cuanto en las opiniones vertidas sobre él en los otros dos artículos.

La idea central en la que J. Edwards se fundamenta para refutar las conclusiones de Murray y Herrenstein es negar la herencia biológica de la inteligencia, señalando, por contra, la importancia del peso de los factores sociales y culturales a la hora de determinar el grado de desarrollo individual. Para Edwards es clara la relación entre poder e inteligencia, pero no encuentra justificación alguna en el establecimiento de relaciones entre inteligencia y raza. Su punto de vista es claramente "ambientalista" y destaca la importancia de no educar exclusivamente en la acumulación de datos, sino de dar espacio a la educación en la sensibilidad que nos permita mejorar la convivencia. Termina su escrito advirtiendo sobre el riesgo de sacralizar el saber científico-técnico y olvidar la reflexión sobre los peligros de su aplicación práctica.

Savater, no menos crítico, se enfrenta al concepto mismo de inteligencia tal y como lo entendemos habitualmente y establece un punto de vista sobre las capacidades humanas más amplio: existen muchas habilidades no etiquetadas propiamente como inteligentes en las que es posible destacar y, aún más, capaces de hacernos, si no triunfar, si, al menos salir adelante con cierta dignidad. Por todo ello, cualquier estudio sobre la inteligencia que parta de un concepto academicista y olvide esas otras posibilidades estará destinado al fracaso.

E. Uriarte, por su parte, se opone no sólo a las conclusiones del libro, sino a los argumentos que Edwards y Savater esgrimen contra él. Podría resumirse su postura frente a los datos de la investigación de la manera siguiente: si han de criticarse, debe hacerse desde una perspectiva científica centrada en el análisis de la metodología - fundamentalmente el control de las variables sociales, familiares y culturales capaces de condicionar las respuestas de los sujetos - y en los instrumentos empleados - sobre todo en su posible contaminación por los presupuestos culturales del grupo social dominante.

Desde esa perspectiva, no admite las opiniones de Savater y Edwards referidas a los datos, precisamente por su falta de fundamentación y pide que la indignación que el libro pueda provocar se reserve no tanto para los datos que ofrece, cuanto para las conclusiones que de ellos se extraen. Podríamos entender en su escrito que admite el debate sobre las conclusiones en la medida que suponen una reelaboración de los datos desde una perspectiva ideológica, dando a aquellos el valor derivado de la seriedad de la investigación que los generó.

Vislumbrado parte del reflejo que ha tenido la aparición del libro en cuestión y procurando evitar los excesos críticos que destaca E. Uriarte, parece oportuno señalar una serie de cuestiones:

a. La herencia biológica de la inteligencia parece un hecho incontrovertible. Sin embargo, a la hora de obtener conclusiones sobre un grupo humano determinado, no queda claro qué es lo que realmente pueda significar la afirmación de que la inteligencia se hereda ya que resulta difícil rebatir la existencia de un fuerte componente social y cultural en la determinación de los límites de las capacidades individuales. Además, no es menos cierto que multitud de profesionales se esfuerzan en diseñar y aplicar planes de mejora de las habilidades intelectuales con lo que parece un éxito importante.

b. Al pensar sobre la obtención de datos en investigaciones orientadas a demostrar diferencias entre grupos étnicos en cuanto a su capacidad intelectual, da la impresión de que la maraña de variables sociales, culturales, económicas, raciales, etc. es tan densa y de tal complicación que cualquiera que sea el resultado obtenido ha de ser considerado con muchísima cautela.

c. Independientemente de la debilidad que puedan tener los datos de Murray y Herrenstein y aun cuando estuviesen suficientemente validados por otras investigaciones, resulta preocupante que de ellos se pueda concluir la necesidad de acabar con los programas de ayuda social. Inmediatamente nos preguntamos sobre el destino de las personas a las que esos programas se dirigen y en general sobre el modelo de sociedad que puede construirse sobre tales propuestas.

Es casi un lugar común afirmar la dependencia de las ciencias, de cualquiera de ellas y en especial de las llamadas sociales, de las opiniones e intereses de los grupos preponderantes en la sociedades en las que se desarrollan y cómo esa dependencia condiciona los hechos que observan, los datos que obtienen, las hipótesis que contrastan, la teoría que de ellas derivan y las aplicaciones que de ésta última hacen. Posiblemente LA CURVA DE LA CAMPANA no haga sino ejemplificar esa relación y por ello, en vez de escandalizarnos ante sus conclusiones, debamos interesarnos por el contexto en el que el libro aparece.

Las llamadas al recorte de las ayudas sociales, las pensiones, los subsidios de paro, la asistencia médica pública, etc. en nombre de la recuperación económica y la mejora de la competitividad en el conjunto de las naciones de Europa, no hacen otra cosa que acercarnos a los planteamientos de algunas de las estrellas actuales del panorama político norteamericano. Es posiblemente en ese clima de repunte del pensamiento conservador donde debamos situar el origen de las ideas que en el libro aparecen.

Las aseveraciones de Murray y Herrenstein respecto a la eliminación de ayudas asistenciales van más lejos de lo que resulta habitual oír en nuestro contexto cultural, social y político simplemente porque parten de posiciones más adelantadas en esa continua afirmación de la necesidad de limitar los gastos del estado en beneficio de una supuesta mejoría de los resultados de la economía.

Derivar de una posible diferencia en las capacidades intelectuales la inutilidad de los planes de asistencia a minorías desfavorecidas por su incapacidad de integrar a tales grupos en el normal funcionamiento de la sociedad, no es sino la conclusión final de una cadena de razonamientos que comienza identificando al llamado "estado del bienestar" como culpable único de la endeblez de la situación económica y acaba estableciendo la inevitabilidad de la marginación y la pobreza.

No debe, sin embargo, sospecharse de la honradez científica de ambos investigadores. Es de admirar su valentía al publicar datos y conclusiones, sobre todo estas últimas, que contiene el germen de la polémica y, probablemente, den lugar a descalificaciones académicas y personales. Murray y Herrenstein se limitan a ser coherentes con sus propias convicciones y con el modelo de mundo que suponen más correcto.

Para finalizar, y con objeto de remarcar esa dependencia entre ciencia y sociedad, entre ciencia y planteamientos previos del investigador o la investigadora, puede recordarse una frase de Bertrand Russell que William H. Calvin cita en un artículo APARICION DE LA INTELIGENCIA - recientemente publicado en INVESTIGACION Y CIENCIA:

"Los animales estudiados por los americanos corretean de acá para allá con increíble prisa y energía hasta que acaban dando, qué casualidad, el resultado que se desea. Los animales observados por los alemanes permanecen quietos, pensativos, y, finalmente, sacan la solución del interior de sus conciencias".

Once the magazine has been published, the full text of all the articles is available in
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