Papeles del Psicólogo es una revista científico-profesional, cuyo objetivo es publicar revisiones, meta-análisis, soluciones, descubrimientos, guías, experiencias y métodos de utilidad para abordar problemas y cuestiones que surgen en la práctica profesional de cualquier área de la Psicología. Se ofrece también como foro para contrastar opiniones y fomentar el debate sobre enfoques o cuestiones que suscitan controversia.
Papeles del Psicólogo, 1983. Vol. (8).
Vicent Bermejo Frígola
La atención a la salud mental comunitaria ha adquirido en los últimos años un desarrollo cada vez más afianzado en España. De hecho el desarrollo de la psicología en este país coincide con el sentir de tales necesidades colectivas. Los programas de reforma psiquiátrica toman como base de fundamentación precisamente el concepto de salud mental comunitaria, y se antepone la prevención a las tareas asistenciales, lo que en definitiva es alejarse del modelo asilar marginador aislante de la comunidad a la que pertenece el enfermo mental y donde se dan situaciones de desgarramiento psíquico.
El conocimiento que poseemos de la enfermedad mental y de su posible asistencia nos permite una intervención psicológica en el diagnóstico, en un plan terapéutico, en un pronóstico de su evolución, y en una orientación personal y social. Si este estado de enfermedad es más o menos catastrófico se conocen distintos modos en los que es posible intervenir de acuerdo con la economía psíquica y con la economía social. Contamos cada día más con una mayor conciencia social respecto a estas demandas individuales o familiares acerca de la enfermedad mental y una mayor disposición a tratar y rehabilitar al paciente mental.
Han sido distintas causas las que han permitido esta evolución de la conciencia social de la enfermedad mental, y no es mi intención ocuparme aquí del análisis de las mismas. Pero lo que llama la atención es observar que el haz epidemiológico empieza y acaba en la psicopatología individual o en la familia, y sin embargo parece mas costoso de aceptar en este país la situación creada por una catástrofe colectiva. No entro en la cuestión ni del por qué, ni de cual es el abordaje más adecuado. Tampoco es esta una discusión de escuela o de disciplina. Lo que pretendo es formular el problema psicológico de una situación catástrofe colectiva, como la que ha ocurrido al romperse la presa de Tous.
En realidad resulta difícil preguntarse por las consecuencias psíquicas de la guerra si no se da el caso. Otro tanto de los niños huérfanos de guerra. Es difícil preguntarse acerca del por qué presentan problemas los niños que carecen de hogar si no se presenta tal estado, se toma conciencia y se investiga sobre el mismo. O situaciones de ruina familiar como aquí ha ocurrido después de una riada.
En este país han ocurrido ya suficientes tragedias colectivas para que se valore el alcance psíquico de las mismas. En primer lugar para que en lo posible exista una mayor prevención de tales tragedias. Y en segundo para que se tome en cuenta la rehabilitación personal y social de las personas afectadas por tales desgracias. Catástrofes como las de Ortuella o como la del Síndrome Tóxico son un buen ejemplo de las dimensiones de tragedia personal que al menos merecieron alguna consideración psíquica desde un enfoque colectivo.
En la riada del Xúquer (Júcar), hoy por hoy, la rehabilitación psíquica y social ha corrido de cuenta individual de los afectados o como mucho se han contado con la buena voluntad de profesionales o como los del Gabinete Municipal que también publican su trabajo en este número de la revista Papeles del Colegio. Epidemiológicamente es complejo hablar de esta situación con los datos que se poseen, pero basta un corto recorrido de encuesta por la zona afectada por la riada para conocer el aumento de enfermedades ocasionales que bien se pueden llamar psicosomáticas, el aumento de estados depresivos, y la dificultad de hacer frente a la población que acude presentando éstos. Tales encuestas permitirían un más ajustado conocimiento de la situación epidemiológica. En cualquier caso, es evidente que las situaciones de rotura interior o de ruina personal ofrecen enormes dificultades si además, como bien puede observarse en el caso que comento, son vividas colectivamente.
Estas son las razones que me hicieron reflexionar sobre la oportunidad de publicar el material reunido en una entrevista y que aparece junto a esta nota de comentario. En realidad tales materiales si ofrecen alguna utilidad, es la de dar a conocer como documento vivo los terribles miedos y pánicos que se afrontan en momentos tan trágicos como una catástrofe colectiva. Y poder ver también la sensación de desastre en la que se han encontrado sumidas un gran número de personas, y que todavía pervive como hecho real y como sensación.
Las autoridades han estado ocupándose de la situación material. Y se han visto innumerables muestras de solidaridad dentro del Estado Español, canalizada también a través de ayudas materiales fundamentalmente. Sin embargo llama la atención que el problema sólo se ha vislumbrado en su vertiente material y no se han visto otros aspectos importantes que han quedado reflejados en la entrevista.
Es cierto que también carecemos de una red de servicios de higiene mental que canalicen los problemas planteados. Los escasos servicios comunitarios alcanzan como mucho a gabinetes psicopedagógicos municipales o poco más. Parece que han sido importantes las dificultades que estos gabinetes han tenido cuando llegaron a efectuar una convocatoria de reunión coordinadora. Es lástima que hayan tenido que intervenir por su cuenta y riesgo, como también es el caso del Gabinete que publica su trabajo a continuación de la entrevista, en lugar de pedirles una colaboración dentro de un programa de rehabilitación social.
Todos estos hechos y comentarios no reflejan más que la necesidad de llamar la atención a las autoridades públicas sobre estos elementos y que somos nosotros, como profesionales psicólogos, quienes tenemos que hacerlo. Son oportunidades que podemos aprovechar o que podemos dejar pasar.
Anna Freud al terminar la segunda Guerra Mundial realizó un programa modélico de asistencia a los huérfanos de guerra, programa que permitió una gran divulgación de las necesidades de atención que tienen los niños a lo largo del desarrollo. El experimento educativo de las guarderías residenciales de guerra se convirtió así al atender a una situación de catástrofe y de emergencia, en un experimento piloto de amplia irradiación social. Es cierto que aquí no estamos en Inglaterra de los años 40 o 50, ni aquí encontramos Annas Freuds a quienes pedirles programas pilotos, ni existe conciencia clara del drama psíquico y social planteado. Sin embargo el silencio y el desaprovechar los recursos que se poseen tampoco permitirá que pueda ser de otro modo.