Papeles del Psicólogo, 1988. Vol. (36-37).

Dr. D. JOSÉ M. PRIETO ZAMORA

Si alguna vez se escribe la historia verídica del desarrollo de la psicología en España, ciertamente muchos tópicos y estereotipos usuales en el discurso académico tendrán que ser revisados. Uno de ellos concierne a este ámbito de intervención profesional. De hecho, resulta ser la que tiene una implantación y raigambre real muy antigua, a raíz de diversas experiencias y actuaciones anteriores a la guerra civil española (Peiró, 1985).

Para un gran número de promociones de colegiados, la actuación psicológica en ambientes laborales, organizativos y comerciales ha sido contemplada como una variante marginal e irrelevante en el contexto de los marcos teóricos y empíricos abordados durante la carrera. Era un quehacer «sui géneris» del que se ignoraba casi todo, salvo una fugaz referencia a los procedimientos de selección de personal. Inclusive en este último aspecto, la mayoría de los colegiados siguen considerando que se reduce a una mera utilización de pruebas psicológicas, sin caer en la cuenta de que en realidad se trata de un proceso de toma de decisiones eficiente con cotas de incertidumbre notoriamente complejas.

Al crearse el Colegio Oficial de Psicólogos, este sector profesional era francamente minoritario, pero con una pujanza inversamente proporcional a su presencia real en los órganos y comisiones colegiales. Otro tanto acaecía en la universidad española, donde se precisaron quince años de esfuerzos para que se le otorgara un reconocimiento efectivo entre los profesores académicos, a pesar de que una gran mayoría de ellos había iniciado su andadura profesional a través de esta vertiente aplicada. Una vez más la sociedad española demandaba esta especialidad, mientras que buena parte de los titulados universitarios tendía a contemplarla con afianzada reticencia.

Kast y Rosenzweig (1970) han señalado un conjunto de características que permiten detectar la existencia de un sector profesional consolidado. A través de las líneas que se siguen se van a glosar dichas características, destacando en qué medida la existencia del Colegio Oficial de Psicólogos, como foro de encuentro y debate, ha contribuido a su decantación.

1. Los profesionales han de contar con un cuerpo de conocimientos sistemático configurado a través de un período prolongado de formación y entrenamiento. Al crearse el Colegio solamente la Escuela de Psicología de la Universidad Complutense impartía un programa regular de capacitación en la especialidad de psicología industrial. El número de alumnos era más bien bajo respecto a otras especialidades. Una gran parte, pues, de la formación era de carácter totalmente autodidacta. Tras ocho años de Colegio, todas las facultades de psicología y buena parte de los departamentos de psicología han incorporado en sus programas asignaturas vinculadas con esta especialidad. En muchos lugares se combina el conocimiento teórico con la experiencia práctica, ya que los profesionales que están en empresas (públicas o privadas) han apoyado este tipo de desarrollo sin generar tutorías o dependencias de pausado plazo. En muchos casos ha sido una aportación desinteresada. Ello a contrapelo de la fama atribuida desde otros sectores, con la mira en propiciar un intercambio de experiencias y conocimientos. Desde el Colegio, y en colaboración con la Sociedad Española de Psicología, se han celebrado tres congresos nacionales de esta especialidad. En el momento actual las respectivas actas suministran un punto de partida idóneo para la exploración de los conocimientos disponibles. Además, desde el Colegio, la Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones ha suministrado un vehículo de comunicación e intercambio regular a través de la publicación de artículos y experiencias españolas o europeas. Asimismo, el Colegio forma parte del Comité Científico y de Organización de los dos últimos congresos europeos de esta especialidad. Tiene igualmente representantes en la Red Europea de la Psicología del Trabajo y de las Organizaciones (ENOOP), cuyas reuniones tienen una periodicidad anual, estando inclusive, en la actualidad, uno de sus representantes en el Comité de Coordinación.

2. Los profesionales adquieren una notoriedad y autoridad que se basa en sus conocimientos especializados a partir del reconocimiento que recaban de sus clientes y que atañe exclusivamente a su esfera de competencia profesional. Son muy numerosos los psicólogos del trabajo y de las organizaciones que han dejado de lado cargos de tipo staff y se han convertido en ejecutivos o personal de línea de las empresas e instituciones en que prestan sus servicios. Es decir, se ha reconocido su valía y competencia profesional. Al asumir nuevas responsabilidades han abierto la vía para la incorporación de recién licenciados que han cubierto sus vacantes. De ahí la considerable expansión dé puestos de trabajo que ha tenido lugar en este sector. Los nuevos puestos consolidados conllevan nuevos papeles, pero la línea de intervención iniciada ha tenido una continuidad porque las organizaciones han considerado muy relevante la pervivencia de esta óptica de intervención profesional. En el Colegio se editó un tríptico descriptivo de los cometidos y funciones del psicólogo del trabajo y de las organizaciones. Además de ser distribuido estratégicamente, sirvió de punto de partida para la realización de indagaciones de campo (Pérez et al., 1987).

3. Los profesionales cosechan una aprobación y refrendo social amplio que atañe a la competencia con que ejercen sus quehaceres y cometidos. Tal refrendo social ha sido puesto de manifiesto a través de determinados indicadores objetivos:

- Más del 70% de los profesionales en activo en este sector están en una situación contractual claramente definida, normalmente bajo la fórmula de contratos por tiempo indefinido.

- El 30% restante se beneficia de becas, contratos en prácticas, en formación, etc., con unos salarios y horarios de dedicación claramente documentados por escrito.

- El trabajo en régimen de voluntariedad, con la aportación de labores sin remuneración, es marginal, incluso en períodos de tiempo breve.

- Los salarios de este sector suelen estar a la altura de los vigentes para otros titulados superiores desarrollando cometidos afines, con muy escaso cuestionamiento de la pertinencia del título académico y sin haber entrado en enfrentamientos achacables al intrusismo o al extrusismo.

- Las empresas suelen costear los gastos de sus profesionales que tengan que ver con una capacitación y actualización permanentes, sea a través de cursillos, asistencia a congresos, conferencias, escuela de verano, etc.

- En el área de orientación profesional y de formación para las personas en situación de paro, el Instituto Nacional de Empleo (INEM) ha incorporado en años recientes 200 psicólogos que desarrollan cometidos y tareas muy directamente vinculadas a esta óptica de incidencia profesional. De acuerdo con las previsiones en los próximos años, se tienen que crear unas 1.000 plazas más para realizar visitas de promoción de empleo en las empresas. Esta especialidad puede suministrar un encuadre básico inicial para concursar a dichos puestos.

- Se están demandando nuevas vías de intervención desde esta perspectiva de actuación psicológica. A título de ejemplo, se solicita la contribución de profesionales con esta óptica en los ambientes hospitalarios, en la esfera de dirección de políticas de personal y recursos humanos. Ello implicaría la incorporación de profesionales a través de la vía de «gestión y administración hospitalaria» sin suscitar reticencias por parte de otros colectivos y contribuyendo a la mejora del clima hospitalario y a la humanización de la atención sanitaria.

4. Los profesionales cuentan con un código que regula sus relaciones con los clientes y con otros profesionales. En la revista mencionada se ha publicado la tabla de honorarios recomendados como profesional independiente y corno consultor, con la consiguiente infraestructura (Colegio Oficial de Psicólogos -COP- 1987b). Asimismo se ha facilitado la información relativa a las modalidades de contratación laboral (puestos de trabajo) y de servicios (consultoría) que permiten una cierta homologación en relación con otras profesiones (distinta de la psicológica) con implantación en el ambiente laboral y organizativo (Prieto, 1987). El código deontológico sirve de marco de referencia para esta especialidad, pero la experiencia en otros países indica que tiene muy escasa vigencia. En una revisión de casos llevada a cabo en USA en diez años solamente se presentó una denuncia bajo este epígrafe. En caso de surgir algún conflicto de intereses, de derechos o de obligaciones, los clientes prefieren denunciar los hechos y resolver tales diferencias a través de la vía jurídica (Colegio Oficial de Psicólogos -COP- 1987b).

5. Los profesionales mantienen una cultura propia que es propiciada por sus organizaciones. En esta área se ha afianzado un determinado talante a la hora de abordar los asuntos de rigor:

- Espíritu práctico a la hora de abordar los problemas, que vienen expuestos por el cliente, y cuya identificación y definición se lleva a cabo conjuntamente.

- Constación de que la acción profesional se desenvuelve más bien como una tecnología que como una ciencia del comportamiento. La aproximación tecnológica ha exigido el desarrollo autónomo de modelos peculiares para la resolución eficaz de hipótesis de trabajo operativas y no de confirmación o rechazo de hipótesis conceptuales convergentes en el seno de determinadas configuraciones teóricas dadas.

- Un esfuerzo permanente para dejar de utilizar una terminología para iniciados, de suerte que el discurso inherente a los proyectos y programas de intervención se suelen redactar con las denotaciones y connotaciones que son peculiares de la propia audiencia, no de la psicología. Los modelos y objetivos de acción sirven si pueden ser comprendidos y debatidos por el interlocutor; en muchas ocasiones resulta ser un titulado superior de otra especialidad con incidencia y tradición empresarial. Se avanza porque se convence, no porque se deslumbra o sorprende.

- Respeto hacia las orientaciones de otros profesionales, ya que lo crucial es la pertinencia de resultados que se obtienen y no tanto la bondad del modelo teórico del que se parte. De ahí que tanto en la Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones como en la Escuela de verano se haya dado cabida a todo tipo de artículos y talleres sin ningún tipo de restricciones respecto al fondo.

- Apoyar el prestigio de otros profesionales de este sector en la medida en que ello genera un clima comprensivo y a la vez refuerza la propia identidad en las relaciones con los clientes.

- Inexistencia de escuelas o líneas teóricas enfrentadas, considerando como oportuna la coexistencia de distintas gamas de intervención que se han acumulado a lo largo del presente siglo en la historia de la psicología del trabajo y de las organizaciones. Con frecuencia, inclusive, el psicólogo cambia de óptica en función del problema que aborda.

- La apertura a nuevos enfoques, a través de la lectura o la asistencia a congresos e ésta y otras especialidades. Es frecuente encontrar a psicólogos del trabajo participando en sesiones de evaluación psicológica, modificación de conducta, psicoanálisis, técnicas proyectivas, servicios sociales, drogas, psicología educativa, etc. La inversa suele ser «rara avis».

- La disponibilidad para intercambiar informalmente conocimientos y experiencias con otros colegas en condiciones de igualdad, sin que la figura del «supervisor» o «tutor» adquiera una existencia o función real de dependencia y control como acaece en otros sectores. Todo titulado está en condiciones de ejercer su profesión de modo competente a partir de una exploración dada.

- Énfasis de la perspectiva nacional respecto de la autonómica, toda vez que los viajes forman parte del propio marco de actuación regular. La vigencia de un Colegio Oficial de Psicólogos de ámbito estatal resulta mucho más oportuna que las divisiones territoriales para una gran parte de los psicólogos del trabajo y de. las organizaciones. La relación contractual con un cliente conlleva en muchos casos el ejercicio efectivo en varias ciudades de todo el país.

- A la hora de las comparaciones, los referentes son economistas, abogados, ingenieros, sociólogos, publicistas, etc., lo cual delimita un espacio de contraste y competitividad muy distinto del que rige en otros, sectores. Ello entraña, a su vez, la familiarización con otros patrones lingüísticos, axiológicos y retributivos muy específicos.

Desde una perspectiva global pueden destacarse algunos asuntos que están surgiendo en esta vertiente del quehacer profesional:

- La masificación universitaria y la elección de esta especialidad por numerosos alumnos (en varias facultades en porcentajes similares a los de la Psicología Clínica) está extrañando la incorporación de promociones que superan en mucho la posible demanda pautada por parte de las empresas.

- Los salarios que se consolidan en este sector son mucho más atractivos que los que depara la universidad. La opción académica implica una apuesta hacia menos, no hacia más, por lo que resulta dificultosa la oportuna incorporación de profesorado con experiencia efectiva en los ámbitos públicos o privado.

- Es frecuente la incursión en este área de psicólogos que provienen de otras áreas de cualificación que en numerosas ocasiones asumen esta gama de acción con una mentalidad y esquemas que no son los más apropiados en relación con los marcos de referencia de los clientes con los que se relacionan. Se «queman» así espacios que inicialmente estaban abiertos y bien dispuestos por recurrir a ópticas y planteamientos que no son congruentes con la problemática laboral y organizativa habitual.

- El cuerpo de conocimientos avanza en función de las demandas concretas y sólo se desarrollan aquellas perspectivas y temáticas que están vigentes. Ello conlleva progresos reales vinculados a los asuntos que se plantean desde fuera de la profesión, pero no un control estricto por parte de éste (Wolff, Shimmin y Montmollin, 1981).

- La pérdida paulatina de las señas de identidad por parte del psicólogo a medida que asciende en la escala del reconocimiento social o institucional. La titulación universitaria sirvió de punto de partida en el organigrama, pero rara vez es un punto de llegada. La promoción se abre hacia esferas organizativas con una conexión indirecta o circunstancial con la psicología.

- La proliferación de cursos de Master en Psicología Industrial promocionados por distintos centros, institutos, escuelas, consultoras sobre los que no existe supervisión alguna respecto al profesorado, contenido y grado de correspondencia entre lo que ofertan y lo que realmente brindan.

El Colegio Oficial de Psicólogos está sirviendo de punto de encuentro y de diálogo para el abordamiento de algunos de estos asuntos que no encuentran un escenario adecuado en otros contextos.

Resulta grato dejar constancia, tras ocho años de actividad colegial, que este sector de la psicología está en alza porque sus miembros han contribuido de modo destacado no sólo a su propia promoción, sino a la de otros que en su momento fueron bienvenidos. La psicología del trabajo y de las organizaciones es un sector en alza en todas las delegaciones con un futuro bastante halagüeño. Los avances del pasado han sido posibles porque colegiados competentes se han esforzado por encuadrar su profesión a través de las ópticas peculiares del cliente. Se han ofertado productos nuevos ante situaciones novedosas, traslando la perspectiva psicológica al entramado organizativo. La clave del futuro sigue girando en torno a esta sensibilización psicológica ante los desafíos actuales de la sociedad, no los de la psicología. Al psicólogo le corresponde adaptarse o acomodarse en la organización. El énfasis contrario resulta improductivo y muchas veces fraudulento o incompetente.

Colegio Oficial de Psicólogos (1987a): Honorarios mínimos y medios para psicología del trabajo. Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 3 (6), 64.