Papeles del Psicólogo es una revista científico-profesional, cuyo objetivo es publicar revisiones, meta-análisis, soluciones, descubrimientos, guías, experiencias y métodos de utilidad para abordar problemas y cuestiones que surgen en la práctica profesional de cualquier área de la Psicología. Se ofrece también como foro para contrastar opiniones y fomentar el debate sobre enfoques o cuestiones que suscitan controversia.
Papeles del Psicólogo, 1990. Vol. (46-47).
Manuel Muñoz* y Eloisa Pérez Santos**.
Facultad de Psicología, Universidad Complutense de Madrid*. Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid**.
Qué que puede hacer un psicólogo en un museo o centro de exposiciones? ¿realmente aporta algo nuevo? ¿existe un campo profesional distintivo y propiamente psicológico? ¿hay otros profesionales ocupando nuestro lugar? Estas y otras similares fueron las preguntas que nos planteamos hace ahora más de dos años, cuando desde el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, coincidiendo con la llegada de su nuevo director el Dr. Pere Alberch, nos solicitaron asesoramiento profesional en algunos temas relacionados con las exposiciones, que en aquel momento se disponían a inaugurar. Para nosotros era evidente que los psicólogos no sólo podían, sino que debían estar presentes en el diseño y seguimiento de las exposiciones, sin embargo, cual no sería nuestra sorpresa al observar que este punto no se contemplaba en ningún museo español, al menos de forma sistemática. Nuestra reacción fue, como en tantas otras ocasiones, dirigir nuestra mirada al extranjero esperando una situación distinta, la respuesta no difería demasiado de la situación española: solamente algunos museos de países muy determinados incluían psicólogos en sus plantillas. Mayor fue nuestro desencanto cuando al entrar en contacto con los grupos de trabajo de los principales museos españoles descubrimos que están integrados, cuando existen, por personas con formación académica de profesores de EGB y licenciados en Historia del Arte o Biología, y es más, algunas de las personas más representativas dentro del mundo de los museos también pensaban que determinados aspectos estaban más en relación, por ejemplo, con la Biología que con la Psicología. Este panorama profesional escondía, a su vez, otra realidad: la inmensa mayoría de la tecnología utilizada por estos profesionales era estrictamente psicológica.
Estos hechos son los que nos han animado a publicar el presente artículo para poner en conocimiento de los profesionales psicólogos el campo que tenemos delante, y sus posibilidades futuras, así como la problemática actual en el mismo. Para ello, en primer lugar, esbozamos una panorámica histórica del desarrollo del área en el mundo y en España particularmente, para pasar, en un segundo momento, a señalar cuáles son, a nuestro juicio, las principales funciones que, puede y debe desarrollar un psicólogo en un museo o centro de exposiciones, finalmente se ofrece un resumen y se señalan las principales líneas futuras de desarrollo del área tal y como ahora pueden percibirse.
Desarrollo histórico de la evaluación de exposiciones
Si bien la existencia de museos tal y como hoy los entendemos se remonta más de dos siglos (León, 1986), hasta bien entrado el actual los investigadores no se plantean ningún aspecto relacionado con su funcionamiento. Los primeros trabajos relacionados con el tema aparecen, publicados en los Estados Unidos, a finales de los años veinte. Buenos ejemplos son los de Robinson (1928), en el que se investiga la utilización de folletos por parte del público, Melton (1933), que se centra en determinar el tiempo medio de atención a cada elemento en una exposición de arte, o Kearns (1940) que realiza el mismo trabajo en una exposición de Historia Natural. Aunque no se niega el papel pionero de estos y otros informes (Derryberry, 1941; Calver, 1943), sin embargo, su metodología dista mucho de resultar útil desde un punto de vista científico. Los primeros trabajos, utilizando una metodología científica, tardarían aún algún tiempo en aparecer. El aspecto profesional apenas se esbozaba, todavía, en ningún museo.
En la década de los sesenta, coincidiendo con un cambio en la concepción de los museos que destaca su carácter educativo, este hecho facilita la creación de departamentos de educación en los mismos. De forma simultánea aparecen un cierto número de publicaciones y se llevan a cabo un gran número de investigaciones, tanto las unas como las otras en los Estados Unidos, relacionadas con la aplicación de los conocimientos y técnicas derivadas de la Psicología, el interés se centra en evaluar qué tipo de público visita los museos, en qué momentos, etc. Destacan entre este tipo de trabajos los llevados a cabo en The Smíthsonian Institution durante los años 1968-69 (Wells, 1969) en los que se encuesta a más de 5.000 personas con preguntas abiertas y cerradas y un muestreo aleatorio, trabajos muy similares pueden ser los de Cameron y Abbey, 1969; Doughty, 1968 y Smits, 1964. El tipo de problemas planteados responden a preguntas como ¿qué tipo de público visita que museo? ¿a qué hora lo hace? ¿una persona visita más de una vez cada museo? etc. En estos casos los estudios utilizan una metodología potente de investigación sociodemográfica y los datos obtenidos tienen una mayor relevancia que los de los trabajos de las décadas anteriores. Desgraciadamente, el área no continúa desarrollándose con el mismo ritmo y no llega a conformarse como tal, este hecho muy probablemente pueda ser debido al recorte de presupuestos resultante de la crisis económica de la época. Sin embargo, en el aspecto profesional ésta es la década en que se conforman los primeros departamentos de educación de los principales museos mundiales. Las tareas desarrolladas, en estas secciones, tienen que ver con la organización de visitas, el seguimiento y guía de los grupos, la atención a colegios y, en general, la coordinación de todos los recursos didácticos de las instituciones. En España este tipo de departamentos no comenzarían a aparecer hasta unos años más tarde, continuando aún en la actualidad muchos museos sin abordar estas funciones. Fuera de España los profesionales encargados de esta labor han sido psicólogos y pedagogos, en España hasta hoy estos departamentos, cuando existen como tal, están dirigidos por profesores de EGB, licenciados en Historia del Arte y/o Biología en el mejor de los casos.
No va a ser hasta la siguiente década cuando el papel de la Psicología en los museos toma un papel más relevante y definitivo. Es en estos años cuando aparecen publicados los primeros trabajos de Screven (1974a; 1974b; 1975), sugiriendo la necesidad de utilizar una metodología científica, y directamente relacionada con la evaluación psicológica, en el estudio del funcionamiento de las exposiciones. En 1976, el mismo Screven publica «Exhibit Evaluation: A Goal Referenced Approach», trabajo que centra el tema de la evaluación de exposiciones hasta la actualidad y que sirve de revulsivo en el área; a partir de entonces el desarrollo, sino espectacular, por lo menos ha continuado una línea ascendente hasta la actualidad.
Un año después, junio de 1977, se celebra, en Washington, el primer congreso exclusivamente dedicado a la evaluación de museos y exposiciones. Entre las principales conclusiones los asistentes señalan el papel de la Psicología en la disciplina (Smithsonian Institution, 1979). A partir de este momento la evaluación de exposiciones sigue un curso ascendente incluyendo cada vez más ámbitos de aplicación y utilizando cada vez más técnicas del elenco psicológico; el enfoque se ha ampliado pasando de uno puramente educativo (Screven, 1976) a una perspectiva que integra los principios del aprendizaje social, el procesamiento de la información y la Psicología ambiental. Llegando a un nivel de desarrollo e interés científico suficiente como para que revistas como «Environment and Behavior» dediquen un número monográfico a la evaluación en parques zoológicos y exposiciones de animales en 1988. Junto a este desarrollo de la evaluación de exposiciones los departamentos de educación recuperan parte de sus presupuestos perdidos con la crisis económica y continúan un trabajo cada vez más especializado y fructífero, enmarcado desde la perspectiva disciplinar de las Ciencias del Comportamiento y la Educación.
El desarrollo del área en Europa ha sido un poco más tardío y en la mayoría de los países no está, sino empezando el camino. En este sentido, el grupo más activo ha resultado ser el del British Museum (Griggs, 1981; Griggs y Manning, 1983) grupo que. ha centrado su trabajo investigador en problemas muy similares, utilizando un enfoque más social que la línea americana, disponiendo en la actualidad de un equipo de trabajo formado por psicólogos, biólogos, sociólogos, pedagogos, etc. En Francia, el desarrollo ha estado unido a los departamentos de evaluación y educación del Centro Georges Pompidou y del Parque de la Villette (Gottesdiener, 1987), siguiendo, en este caso, el enfoque de Screven hasta el punto de organizar congresos comunes para investigadores franceses y americanos como el de Mulhouse de 1989. El resto de los países o ha permanecido al margen o sus investigaciones no se han publicado en revistas de ámbito mundial ni europeo, aunque, en estos momentos, la práctica totalidad de los museos europeos incluyen departamentos de educación, en estos se desarrolla escasa investigación.
En cuanto a España el desarrollo del área ha tenido un desenlace posterior y ciertamente particular. Por una parte, los museos comienzan a crear departamentos de educación hacia los últimos años setenta, configurándose, como se ha mencionado, sin incluir en ellos psicólogos, cuando como se comentará más adelante las funciones de este departamento, entran en un campo multidisciplinar de ciencias de la educación, del cual resulta, cuanto menos, ridículo intentar marginar a la Psicología como ciencia y a los psicólogos como profesionales.
Por otra parte, los primeros trabajos sobre evaluación de exposiciones fueron desarrollados por Prats (1989) en el Museo de Zoología de Barcelona apoyados por el Ayuntamiento de Barcelona, siendo seguidos de los del grupo del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid. Financiados, estos últimos, por sendos proyectos de investigación de la Dirección General de Política Científica y Técnica del Ministerio de Educación y de la Comunidad Autónoma de Madrid, convirtiéndose, de este modo, en los primeros proyectos de investigación del área de la evaluación de exposiciones financiados por estas entidades en España (Muñoz y Pérez, 1990; Pérez, Muñoz, Dorda y Marra, 1990), y no conociéndose otros grupos de investigación sistemática en el área.
Prats ha estado en relación directa con el grupo del British Museum hasta la actualidad lo que ha contribuido a definir su enfoque de acercamiento al problema. Por otra parte, y en este punto reside la particularidad española, tanto Prats como sus colaboradores más cercanos tienen una formación en Biología y no en Psicología como en el resto del mundo, este hecho ha permitido la introducción de técnicas etográficas y de la teoría de grafos en el área, aspecto absolutamente original y de gran valor metodológico, pero ha limitado la aplicación de técnicas de evaluación psicológica por el mismo motivo. En la actualidad, el trabajo de ambos grupos de investigación es conjunto y coordinado, siendo su objetivo principal ayudar al desarrollo de la Evaluación de Exposiciones, en España, considerando la misma como un área multidisciplínar que debe considerar distintos enfoques y acercamíentos metodológicos, no sólo de la Psicología y Biología, sino de la Arquitectura, Pedagogía y otras disciplinas relacionadas.
En este sentido, este grupo ha planteado un modelo del proceso de evaluación de exposiciones acorde con el desarrollo actual de la evaluación psicológica (Muñoz y Pérez, 1990), cara a formalizar el estado de la cuestión, actualmente algo confuso, y desconocido en nuestro país, modelo que se resume en la figura 1.
Como puede observarse en la figura el proceso de evaluación de exposiciones se identifica con el proceso general de evaluación psicológica (Fernández Ballesteros, 1988). En este sentido se diferencian cuatro fases: en primer lugar, resulta necesario tener un amplio conocimiento de la exposición a evaluar y las variables relacionadas más importantes, destacando las relativas al público, marco espacial en el que se desarrollará la exposición y las propias de la exposición en sí misma. En segundo lugar, debe llevarse a cabo una evaluación descriptiva que nos permita un análisis de los principales parámetros de cada una de las variables implicadas, en este momento serán de máxima utilidad todas las técnicas de evaluación psicológica disponibles actualmente. En tercer lugar, debe realizarse una evaluación funcional, es decir, deben ponerse en relación las variables independientes y dependientes para ofrecer un nivel de análisis explicativo, base de las sugerencias de modificación de la exposición. Por último, en cuarto lugar, se incluye la necesaria valoración de la intervención (para un comentario más amplio ver Muñoz y Pérez, 1990).
Funciones del psicólogo en un museo o centro de exposiciones
En este momento y una vez revisados, siquiera brevemente, el desarrollo histórico y el estado actual del área nos interesa delimitar las funciones que a nuestro parecer debería poder realizar el psicólogo en los museos. Este aspecto nos resulta especialmente interesante dada la confusa situación profesional existente en España. Como se ha mencionado existen departamentos de educación en varios museos españoles, pero están integrados casi de forma exclusiva por profesores de EGB y titulados en Historia del Arte y/o Biología. Los departamentos de evaluación, cuando existen, y por efecto del grupo de trabajo de Prats, resaltan la función de los biólogos para utilizar técnicas psicológicas de evaluación. Otras funciones posibles aún no se han puesto en práctica en España, incluyendo entre ellas en muchos casos incluso la gestión de recursos humanos, aspecto en que afortunadamente los psicólogos están consiguiendo cotas de aceptación muy altas.
Considerando todo lo anteriormente mencionado y teniendo muy en cuenta los planes de estudio de las diversas titulaciones implicadas creemos que el psicólogo puede jugar distintos papeles en un museo. Todos ellos, quede claro, dentro de un marco de trabajo multidisciplinar que necesariamente debe incluir a los profesionales que han venido desarrollándolos hasta el momento y a otros aún no mencionados (arquitectos, diseñadores, técnicos de imagen, etc.) y, generalmente, dos de las plantillas. El psicólogo puede realizar su trabajo en dos departamentos bien distintos dentro del museo, a saber:
A) Departamento de Recursos Humanos.
Este campo sea, quizá en el que la función del psicólogo está mejor definida, muy probablemente la no inclusión de profesionales de la psicología en estos departamentos sea debida, casi de modo exclusivo, a un problema económico; la situación económica actual de los museos españoles, al menos en lo que a personal se refiere, no es la más idónea, pero sería largo y probablemente fuera de nuestro alcance analizar este problema en este momento.
Excluyendo el hecho de que una gran parte de los museos y centros de exposiciones españoles son de control público y considerando las pequeñas particularidades de este tipo de establecimientos, las funciones que se podrían desarrollar en estos departamentos o secciones no difieren demasiado de las propias de los psicólogos en otras organizaciones. Siguiendo a Peíró (1986), el psicólogo podría desarrollar tareas de selección de personal; formación y adiestramiento; diseño de carreras y planes de promoción; motivación laboral; comunicación en la organización; ambiente laboral, etc., esto sin contar las posibilidades de actuación en los planes publicitarios y de relaciones exteriores (imagen, relaciones públicas; etc.).
Creemos que no es necesario incidir ni en la explicación de estas tareas, suficientemente conocidas de todos los profesionales relacionados con las organizaciones, ni en la necesidad de que sean desarrolladas por psicólogos, aspecto socialmente aceptado en la actualidad. Por otra parte, el siguiente punto nos parece más interesante y menos conocido, por lo que preferimos dedicarle una atención especial.
B) Departamento de Museología.
Antes de delimitar más exactamente las funciones a realizar en este departamento queremos aclarar que el organigrama más frecuente en los museos incluye las secciones de educación y evaluación en el departamento, más amplio de Museología, disciplina que engloba todo lo relacionado con el diseño, estudio, montaje, mantenimiento y funcionamiento de las exposiciones.
Así pues, debe diferenciarse en varios bloques:
b. 1. Papel del psicólogo en el diseño de las exposiciones.
Evidentemente los planes de estudio de Psicología no incluyen formación adecuada sobre el diseño y montaje de exposiciones, tema que es abordado en otras disciplinas. Además, no existen muchos psicólogos especializados en este punto en concreto. Por lo que podríamos concluir que este apartado no incumbe a los profesionales de la Psicología en tanto que tales. Sin embargo, si existen un cúmulo de conocimientos y acciones en las que la Psicología puede y debe prestar una enorme ayuda. Nos estamos refiriendo a todos aquellos aspectos relacionados con variables perceptivas, de atención, de memoria y, en general, de procesamiento de información durante una exposición. ¿Cómo remarcar un espacio determinado? ¿cómo resaltar y hacer funcionalmente útil un sistema de señalización? ¿cómo facilitar el recuerdo de las ideas principales del guión de la exposición? ¿cómo diseñar un procedimiento interactivo para el aprendizaje? y otras muchas preguntas son cuestiones que un psicólogo está en disposición de responder en base a sus conocimientos teóricos sobre procesamiento de la información.
Desde este punto de vista un psicólogo puede asesorar técnicamente a los responsables finales del diseño y montaje de la exposición. En esta misma línea, Griggs (1987) señala la utilidad y validez predictiva de la evaluación formativa, es decir, la evaluación previa a la inauguración de la exposición al público. Esta evaluación, que ya conecta con el siguiente punto, puede realizarse a través de maquetas, simulaciones de ordenador, módulos aislados, etc., de la exposición final, y debe incidir de manera decisiva en la configuración final de la exposición, siempre y cuando esto sea posible.
b.2. Papel del psicólogo en la evaluación del funcionamiento de las exposiciones.
Continuando en la línea del punto anterior y considerando el modelo de evaluación ya mencionado, el papel del psicólogo en este punto concreto resulta de la máxima relevancia. Nuestra opinión es que, en este caso, el psicólogo deber ser el coordinador del equipo de trabajo, puesto que tanto la metodología, como la tecnología a utilizar es estrictamente psicológica en la mayor parte de los casos. De hecho la entrada de los psicólogos en los museos de todo el mundo ha comenzado, en la mayor parte de los casos, por los trabajos y departamentos de evaluación. Como se ha mencionado en la introducción este área se ha convertido, realmente, en un nuevo ámbito de aplicación de la Psicología, llegándose a organizar congresos internacionales y a ser incluida en los planes de estudio de algunas universidades como tal área.
Las funciones a realizar por el psicólogo en esta sección o departamento, son las de diseñar, coordinar la aplicación e interpretar los resultados de la evaluación del funcionamiento de las diversas exposiciones de cada centro. Este trabajo debe llevar a las consiguientes modificaciones para mejorar tanto las exposiciones temporales y compararlas con el funcionamiento en otros lugares, como para maximizar los efectos y el rendimiento de las exposiciones permanentes.
Es nuestra opinión que, como toda labor psicológica, pero muy especialmente aquellas más recientes y menos consolidadas tanto profesional como científicamente, estos departamentos deben llevar a cabo, de modo paralelo al trabajo propio del centro, una labor de investigación básica y tecnológica de importancia, puesto que sin ella muy probablemente el campo o no llegue a consolidarse o quede anquilosado antes del completo desarrollo de sus posibilidades.
b.3. Papel del psicólogo en la sección de educación.
Las unidades de educación de los museos españoles han venido siendo dirigidas por profesores de EGB o por licenciados en Historia del Arte o Biología, según el tipo de museo. La labor que estos profesionales han desarrollado y deben seguir desarrollando, e, muy fructífera y beneficiosa para todos los implicados. Entre las funciones de estos departamentos se encuentran las de crear material de apoyo a las exposiciones, realizar las guía, y folletos, las visitas guiadas, la información a colegios y otras asociaciones, etc., en estos temas resulta de la máxima utilidad contar con personas conocedoras del ámbito de la exposición. Sin embargo, la función de un psicólogo o pedagogo junto a ellos ha sido claramente desestimada o desconocida por las direcciones de los principales museos españoles. En una publicación para psicólogos, quizá resulte redundante el remarcar las atribuciones que la Psicología podría aportar en este ámbito. Por ejemplo, ¿deben utilizarse muchos adjetivos en un folleto para niños de menos de diez años? ¿cómo es más fácil licitar un cambio de actitudes hacia la ecología durante una visita guiada? ¿Qué tamaño deben tener los grupos de visitas de personas de más de sesenta años? y otras muchas, serían preguntas que, muy posiblemente, solo un psicólogo/a podría responder, y que en los departamentos mencionados ni siquiera están siendo planteadas, con contadas excepciones que alumbran la esperanza.
En definitiva, es opinión de los autores el hecho indiscutible de la necesidad de incluir psicólogos/as en los departamentos de educación de los museos, como personal añadido al ya existente y sin menosprecio de los profesionales que han venido desarrollando esta función hasta el momento entre una penuria de medios económicos y humanos una desbordante voluntad de mejorar en la inmensa mayoría de los casos.
Conclusiones
Entre las principales conclusiones del presente trabajo podrían resaltarse algunos puntos concretos que, creemos, se han destacado y han quedado aclarados a lo largo del mismo.
Se ha comentado el desarrollo histórico del área, destacándose en todo momento el papel creciente de la Psicología y los psicólogos/as en los museos. En esta línea se han destacado las principales aplicaciones que la Psicología está en disposición de ofrecer a los museos como instituciones de exposición y educación; tanto en el ámbito museístico, como en el de los recursos humanos.
Igualmente se han señalado cuáles deberían ser las funciones y tareas más relevantes a desarrollar por un profesional de la psicología en estos contextos, destacando en todo momento el marco interdisciplinar de acercamiento al tema.
Es nuestra opinión que el futuro de este nuevo ámbito profesional depende esencialmente de cuatro factores, a saber:
- Integración de psicólogos en los departamentos de evaluación y educación de los museos. En esta línea una política adecuada puede ser la de realizar convenios con la universidad, cara a la formación de, primero becarios y luego, especialistas en ambos temas.
- Investigación básica de apoyo a esta función, que aporte una tecnología y metodología nueva en el área. Esta investigación debe financiarse con ayuda de las propias instituciones públicas y privadas, todos conocemos las dificultades especiales que se sufren en nuestro país cuando se habla de investigar. Sin embargo, creemos firmemente que es materialmente imposible lanzar un nuevo área profesional sin una investigación básica y tecnológica previa y paralela.
- Desarrollo de programas de formación para psicólogos en este tema (cursos, seminarios, etc.). En esta línea ya se ha impartido el primer curso de especialización para psicólogos en Evaluación de Exposiciones en el CU San Pablo (CEU), impartido por el equipo de Museología del Museo Nacional de Ciencias Naturales (Muñoz, Pérez, Marra y Dorda, 1988/89). Esperamos que muy pronto los estudios de Museología cuenten con capítulos dedicados de forma exclusiva a este tema.
- Intercambios de experiencias con psicólogos extranjeros, especialmente de la Comunidad Europea, que trabajen en el área y hayan abordado problemas metodológicos y profesionales similares a los propios.
El desarrollo de estos cuatro puntos redundará en el futuro en la creación y desarrollo de este nuevo ámbito profesional, importante tanto desde el punto de vista teórico, como profesional. Actualmente se debe introducir algo de optimismo en el área, pero esperamos que muy pronto la relación se pueda invertir.
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Material adicional / Suplementary material
Figura 1. Proceso de evaluación de exposiciones.