Papeles del Psicólogo, 1991. Vol. (48).

ADOLFO HERNANDEZ GORDILLO

Decano Colegio Oficial de Psicólogos

En el momento de escribir este editorial (18 de abril de 1991), estamos viviendo uno de los momentos más difíciles por los que haya pasado nunca la profesión de psicólogo.

La historia en resumen es la siguiente. En febrero, el Consejo de Universidades, para su estudio y envío de enmiendas en su caso, las propuestas de diversas titulaciones, entre las cuales está la licenciatura de psicopedagogía.

Esta propuesta de licenciatura venía de lejos, pero como era tan controvertida, se decía que había quedado aparcada, y de ahí nuestra sorpresa cuando nos enteramos que el Consejo de Universidades la había puesto en circulación.

El COP ya tenía establecida su postura de frontal rechazo, desde bastante tiempo atrás (reunión sobre planes de estudio en Magalia, jornadas sobre la reforma educativa en Madrid, diversas reuniones de la Coordinadora Estatal de Psicología Educativa y de la Junta de Gobierno, etc.). De todas maneras, se convocó de nuevo la Coordinadora Estatal de Psicología Educativa, integrada por representantes de la Junta de Gobierno Estatal, de las Delegaciones y de Colegio de Cataluña, que elaboró un plan de medidas pata tratar de evitar que el proyecto de licenciatura fuera aprobado.

A partir de todo ello, la Junta de Gobierno Estatal aprobó un plan de actuación, cuyo eje vertebral consistía en lograr un posicionamiento unitario de toda la comunidad psicológica en contra de la propuesta.

En resumen, pensábamos que si la profesión (a través del COP). Las Facultades de Psicología y los estudiantes coincidíamos en nuestro rechazo de una manera clara, conseguíamos que la propuesta no prosperara.

Todo ello, acompañado de una adecuada campaña de publicidad, para que tanto las autoridades como la opinión pública conocieran nuestra postura.

En una palabra ,importaba tanto el proceso (hacer converger a toda la comunidad psicológica hacia una postura común) como el fin (frenar la creación del título de Psicopedagogo)¸ interesaba no sólo vencer, sino -y sobre todo- convencer.

Por otra parte, el plan de actuación contemplaba no sólo medidas a corto plazo (conseguir que el pleno del Consejo de Universidades no apruebe el título de Licenciado en Psicopedagogía), sino también a medio y largo plazo: en último término promover la imagen del psicólogo educativo como un profesional de alta calidad.

Es decir, que debemos obtener enseñanzas positivas de las situaciones conflictivas, en el sentido de no encerrarnos en nosotros mismos, sino de ir ala escucha de las demandas sociales, para introducir los cambios y mejoras que se nos soliciten.

En este momento aún no sabemos cuál será el resultado final de nuestra lucha , aunque sí podemos hacer algunas observaciones.

En primer lugar, se ha conseguido un elevadísimo grado de coincidencia entre profesionales, profesores y estudiantes de psicología, lo que denominamos «comunidad psicológica». Eso ya constituye un gran éxito, con consecuencias positivas no sólo para la meta puntual actual sino para el desarrollo y consolidación de la profesión el futuro.

En segundo lugar, la comunidad psicológica ha podido observar y valorar la importancia de disponer de una organización profesional organizada y unitaria: el Colegio Oficial de Psicólogos. La labor de diseñar y elaborar posturas y estrategias, difundirlas, establecer coordinación, no sería posible sin el COP.

En tercer lugar, y pase lo que pase, se ha consolidado la idea de defender la licenciatura en psicología como título único, como imagen de marca unitaria.

En cuanto al último lugar, también se ha demostrado que sin la movilización de todos, sin la dinámica participativa, ningún objetivo es alcanzable.

Por último tenemos la suerte que en este conflicto no vamos contra nadie, sino a favor de nosotros mismos. No tenemos que criticar o agredir a otros colectivos o profesiones, sino defender nuestro espacio de intervención, nuestra denominación.