Papeles del Psicólogo es una revista científico-profesional, cuyo objetivo es publicar revisiones, meta-análisis, soluciones, descubrimientos, guías, experiencias y métodos de utilidad para abordar problemas y cuestiones que surgen en la práctica profesional de cualquier área de la Psicología. Se ofrece también como foro para contrastar opiniones y fomentar el debate sobre enfoques o cuestiones que suscitan controversia.
Papeles del Psicólogo, 1982. Vol. (7).
Isidro Delclaux
1 No sería honesto callar las grandes dificultades que tuvieron que salvar quienes con su esfuerzo consiguieron la implantación -un tanto tardía, eso sí- de los estudios de Psicología en nuestro país. Imagino que hubo de hacerse lo que se pudo -entre otras cosas improvisar-, y consecuencia de ello son algunas anomalías que ensombrecen el panorama actual. Se nota, por ejemplo, la improvisación -quizás ineludible- en la contratación inicial de profesorado, el cual se ha visto con el paso del tiempo que no está a la altura de las circunstancias. Se observa la influencia del personalismo en la creación de determinadas disciplinas, en la asignación de otras, en la distribución de Departamentos, etc. Creo observar que un encendido furor cientifista hizo generar un curriculum Académico donde falta Psicología y sobran disciplinas aparentemente destinadas a objetivarla; la proliferación de matemáticas en sus distintas versiones es a todas luces excesiva. Por otro lado la falta de atención hacia los "procesos psicológicos" pieza clave en la formación del psicólogo -sea de la tendencia que luego sea- es lamentable. Algunas disciplinas objeto de posible especulación enriquecedora cuando ya se tiene una mínima formación están situadas al comienzo de los estudios en lugar de al final. Todo esto habrá que irlo remediando poco a poco, si es que existe voluntad firme de cambio.
2 No se debe confundir, a mi juicio, la formación académica con la formación profesional: la función de los estudios universitarios debería consistir en proporcionar el adecuado substrato teórico para la práctica, la investigación, o simplemente la formación humanista, pero también es verdad que esa función corresponde al primer ciclo, habiendo lugar en el segundo ciclo para un inicio de preparación de cara a la profesión, que hoy día evidentemente no se da.
3 La práctica es fundamental en cualquier carrera universitaria. Desde el primer año de estudios se debe aprender a "investigar" en Psicología, entendiendo por tal, hacer algo parecido a lo que se ha hecho para elaborar el 90% de la psicología hoy en día relevante. Para eso no hacen falta aparatos complicados ni mucho menos esos artilugios que han vendido hasta ahora las casas comerciales y que no sirven para nada. Se necesita simplemente conocer algunos fundamentos de la realización de experimentos (desde el primer curso, por supuesto) e ir ejercitando la imaginación. Me parece fundamental "entender" lo que se sabe hoy en día de los procesos básicos de la actuación humana: atención, percepción, memoria, aprendizaje, inteligencia, pensamiento, lenguaje, etc., desde la misma perspectiva desde la que se han obtenido los conocimientos, es decir, desde la investigación. Después, cada uno que haga lo que quiera en su práctica profesional; pero no es lo mismo dedicarse por ejemplo al psicoanálisis sabiendo sólo psicoanálisis que sabiendo psicología, y la obligación del psicólogo es ante todo saber Psicología.
Respecto a la práctica aplicada, esta correspondería al segundo ciclo y parece igualmente fundamental para establecer los primeros contactos con la realidad de los problemas psicológicos. Y aquí se invierten los términos. Conocer la realidad de los problemas clínicos, sociales, industriales o educacionales interesa tanto o más que el que se va a dedicar a ellos a el que se va a dedicar a la investigación pura o a la enseñanza, ya que en ningún caso se puede perder el contacto con la realidad última, que es la que debe marcar la labor del investigador. La única limitación que deben, a mi juicio, tener las prácticas es no interferir con la necesaria formación teórica. Y la monstruosa limitación que en la realidad tienen es el excesivo número de alumnos que pueblan las aulas y que hacen imposible hoy por hoy cualquier proyecto serio al respecto.
4 Todo es relativo en esta vida. Antes de hacer un juicio de valor sobre la universidad, deberíamos definir descriptivamente lo que entendemos por universidad. Si por Universidad se entiende lo de los países anglosajones, entonces lo nuestro es otra cosa. El número de alumnos es absolutamente excesivo, una proporción del profesorado incompetente, no hay bibliotecas mínimamente decentes (excepto en un caso), no hay laboratorios, etc. Pero por encima de todo, lo que a mí me preocupa es la falta de conciencia de que estamos ante un problema gravísimo; la falta de preocupación por encontrar algún día solución a todo esto.
5 A mi no me preocupa el tema, tal como usted me lo plantea. No me preocupa la posible dificultad de formar nuevo profesorado para explicar e investigar las siempre cambiantes cuestiones del contenido de las asignaturas. Hay gente capaz y hay posibilidades de enviar a esa gente fuera, traer investigadores extranjeros, ayudarse mutuamente en seminarios donde cada uno contribuya con lo poco que sabe de su especialidad, etc. Lo que me preocupa es que el grado de mediocridad entre los profesores de los más altos niveles es tal que elige a sus colaboradores no en función de la capacidad sino de la fidelidad y me atrevería a decir que algunos, por alguna razón especial, tienden en todo caso a elegir a los más tontos; se conceden las becas con una sorprendente arbitrariedad, y sobre todo, se permite permanecer en su puesto a personas que su incapacidad, de su falta de dedicación y de su poca voluntad de enmienda, impidiendo que otros que tienen vocación y luces ocupen esos puestos. La falta de seriedad y honestidad en estos temas es verdaderamente vergonzosa. El asunto no tiene, hoy por hoy, solución fácil a mi juicio porque está implicado en ello no sólo el profesorado numerario que actúa en ocasiones con frecuentes desaciertos, sino también el profesorado no numerario que se siente inseguro de sus propias capacidades (por algo será) y en su medida consiente. Y por supuesto el sistema político que no tiene la más mínima voluntad de reforma y permite la chapuza ministerial en la confección de tribunales y concesión de dotaciones y hasta promociona contratos por cinco años en plan café con leche para todos.
6 En este país el ingeniero estudia en su Escuela Técnica, pero aprende en el taller o en la oficina de proyectos en que se pone a trabajar; el médico estudia en la Facultad pero aprende en el Hospital en que hace su internado. Pero el pobre Psicólogo no tiene ni taller ni hospital donde aprender y pasa directamente de un lugar donde aprende muy poco, tanto teórico como práctico, a su chiringuito particular donde opina y cura de todo. En algunos casos con una estancia intermedia en algún Centro o Instituto fantasma donde se enseña lo que sea otros que en su mayor parte tampoco saben.
Efectivamente considero que deberían existir centros vinculados a la Universidad en donde se impartiera una formación especializada, con una alta carga práctica, en donde se formaran profesionales especialmente en las áreas clínicas, educacional e industrial. Pero una vez más de nada serviría un centro donde los que no han enseñado nada por la mañana tengan un sobresueldo no enseñando nada por la tarde. Un centro de este tipo sólo tendría interés si tuviera que rendir un servicio a la sociedad y estuviera fiscalizado adecuadamente en cuanto a su contribución al bien común.
Los psicólogos hemos perdido una excelente oportunidad de contar con un centro de este tipo al dejarnos arrebatar el Instituto Nacional de Psicología Aplicada que fue construido en terrenos de la Universidad Complutense para ser dedicado a la Psicología y que actualmente ni se dedica a la Psicología ni lo ha siquiera recuperado la Universidad Complutense. Allá con la responsabilidad de los que no han querido echar una mano al respecto en el momento oportuno.