Papeles del Psicólogo es una revista científico-profesional, cuyo objetivo es publicar revisiones, meta-análisis, soluciones, descubrimientos, guías, experiencias y métodos de utilidad para abordar problemas y cuestiones que surgen en la práctica profesional de cualquier área de la Psicología. Se ofrece también como foro para contrastar opiniones y fomentar el debate sobre enfoques o cuestiones que suscitan controversia.
Papeles del Psicólogo, 1983. Vol. (8).
La Junta de Gobierno
Son muchos los elementos que se interrelacionan en la conexión entre el concepto de salud y las condiciones de vida de los ciudadanos a todos los niveles (sociales, psicológicos, educativos, culturales, económicos, etc.) como para creer, a estas alturas, que la salud es un problema exclusivamente médico. La salud es un problema de todos; es un problema político de primera magnitud donde los profesionales son un instrumento y donde debe rebasarse el simplista esquema biologicista que una sanidad montada en torno al modelo sanitario-médico nos ha llevado a pensar en el médico como único profesional que puede hacer la sanidad, ayudado de los laboratorios farmacéuticos.
El planteamiento que como psicólogos propugnamos deberá estar basado en un análisis de todas aquellas situaciones y contingencias que se dan en el medio y que son las productoras del comportamiento de los individuos y de los organismos, introduciendo los programas de actuación interdisciplinarios necesarios en el entorno social, con el fin de conseguir la disminución de situaciones que producen "enfermedad".
Esto no se consigue sino con una acción decidida en el plano educativo, divulgativo y preventivo, donde están integrados todos los elementos. Nunca con una acción exclusivamente curativa como el modelo médico-biológico ha pretendido.
El cambio de las situaciones que propugnamos no puede venir determinado por intereses corporativos hegemónicos, que intentan identificar el nivel de salud de la población con el número de médicos por habitante. Esto, aún siendo un dato importante, no puede hacernos olvidar que es uno entre muchos, y que no puede plantearse un sistema sanitario tan sólo en función de aquel. ¿Dónde quedarían entonces el resto de los factores intervinientes en el concepto de calidad de vida; el sistema de relación entre los individuos; la educación, como elemento primordial para hacer ciudadanos con competencia para resolver sus problemas cotidianos; la prevención definida como conjunto de acciones que evitan la enfermedad?. ¿Y el resto de los profesionales y trabajadores de la salud dónde quedan?.
Hacer creer al ciudadano que la sanidad es algo propio, con exclusión de los poderes públicos, no sometido a control de los ciudadanos, donde la negligencia puede ser escamoteada por lo inevitable, y donde la calidad no puede ser sometida a criterios eficaces y operativos; es, cuando menos, una temeridad, o, si se quiere, una soberbia.
Los objetivos que una sanidad debe cubrir son muchos como para entretenernos en mirarnos los ombligos. El análisis de todas las posibilidades que tienen los recursos existentes, materiales y humanos, para replantearlos en función de necesidades reales de toda la población es mucho trabajo, sobre todo si se pretende hacer un análisis correcto de las posibilidades científicas y técnicas, conjugándose con las humanas y económicas, haciendo una actuación equilibrada sin pretensiones mesiánicas.
Todos estamos interesados en que desaparezcan los elementos mágicos de nuestra sociedad como estructura que hace aplazar al más allá la resolución de los problemas, o hace poseer ideas irracionales por las cuales conducimos nuestra conducta en base a creencias no discutibles y escasamente contrastadas.
Dichosos los médicos que pueden protestar por que se les aplique la Ley de incompatibilidades. ¡Cuan dichosos serían muchos, miles de profesionales y trabajadores si les aplicaran la Ley de incompatibilidades!, señal que tenían un empleo donde desarrollar sus conocimientos, habilidades o, cuando menos, donde vender su fuerza de trabajo para sobrevivir.